domingo, 27 de febrero de 2011

Dominguicidio.

Qué pasó anoche? No sé
¿Qué pasó anoche? No sé
Mi alma hizo las valijas y se fué,
mi alma hizo las valijas y se fué.
La lluvia acida y el frio cinico.
Las hojas muertas, y mi delirio.
Y cuando vos no estás, se siente fuerte.
Me pongo loco, y cuando duerme Buenos Aires desespero por volver a verte.

Ando metido en un domingo delirante,
amanecido, loco en este desastre,
y escucho voces, que me dicen "andate",
y a donde vaya, siempre voy a llevarme.
Esta aturdida la consciencia que perdí,
estoy perdiendo en esta guerra contra mi.
Atormentado sin paciencia ni fe,
mi alma hizo las valijas y se fué.

¿Qué pasó anoche? No sé
¿Qué pasó anoche? No sé
Mi alma hizo las valijas y se fué,
mi alma hizo las valijas y se fué.

Estoy buscando una esperanza,
o algo que perdí de mi.
Yo no sabia que esta noche iba a terminar así.
Ando metido en un domingo delirante
, amanecido, loco en este desastre,
y escucho voces, que me dicen "andate",
y a donde vaya, siempre voy a llevarme.

Esta aturdida la consciencia que perdí,
estoy perdiendo en esta guerra contra mi.
Atormentado sin paciencia ni fe.

¿Qué pasó anoche? No sé.
Ando metido en un domingo delirante,
amanecido, loco en este desastre,
y escucho voces, que me dicen "andate",
y a donde vaya, siempre voy a llevarme.
¿Qué pasó anoche? No sé.

viernes, 25 de febrero de 2011

domingo, 20 de febrero de 2011

Culpa.

Un señor de 56 años un día se da vuelta, mira su historia y dice:
Que vida de mierda!
Mira a un lado, ve a su esposa, y dice:
Es culpa de esta bruja!
Por que lo dice? Porque es mas fácil pensar es culpa de esa bruja que pensar yo soy un idiota.
Y sigue el señor cincuentón con su soliloquio:
Cuando empezó todo?
Cuando tenia 24 años y me case con esta boluda. Y por culpa de ella lleve la vida que tuve hasta ahora.
Tengo que volver a buscar la vida perdida.
Donde?
En una mina de 24 que me haga recordar quien era yo a los 24.
Y siguiendo ese mecanismo básico, sale a buscar el camino perdido.
Es siempre una actitud negadora la que culpa al otro de cagarnos la vida.
Y lo peor de todo (lo he visto) es que a veces la pareja cree que es así y lo justifica.


JB.

domingo, 13 de febrero de 2011

Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
- Nos amamos -empezó el joven.
- Y nos vamos a casar -dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán; algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos, que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.
- Por favor -repitieron-¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes, tan enamorados y tan anhelantes esperando su palabra.

- Hay algo – dijo el viejo- pero no sé,  es una tarea muy difícil y sacrificada.
- Nube Azul -dijo el brujo- ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos. Deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena. ¿Comprendiste?
- Y tú, Toro Bravo -siguió el brujo- deberás escalar la montaña del Trueno. Cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva…el mismo día en que vendrá Nube Azul ¡Salgan ahora!
Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte y él hacia el sur.
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas, eran verdaderamente hermosos ejemplares.
- Y ahora qué haremos -preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
- No – dijo el viejo.
- ¿Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne? -propuso la joven.
- No -repitió el viejo- Harán lo que les digo: tomen las aves y atenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.
- Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón,  si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure: ¡VUELEN JUNTOS, PERO JAMÁS ATADOS!
Queremos pensar que se ama una sola vez en la vida y para siempre,


aunque sepamos que no es verdad.


Preferimos retorcernos de miedo controlando lo que el otro hace cuando no estamos juntos y


seguir aferrados a la idea de que no podríamos vivir el uno sin el otro,


aunque sabemos que sin el amado la vida igual continúa aunque no continúe igual.


El cielo de esta mañana tiene el color del ayer.
Persigue desaforada las marcas de su recuerdo sobre mi piel.
En unos ojos perdidos viven ojeras sin maquillar,
y en este roto destino mi alma se fue moviendo a otro lugar.

Y eso que ves también soy yo,
el vacío que deja la noche y la desilusión.

Si esta tormenta dejó solo tristeza,
si este silencio me aturdió la cabeza,
ya me ganó la depresión por knock out
y las noches de insomnio violentas me quieren matar.

Estoy buscando y está todo perdido,
soy una huella en el camino del olvido.
Y en Buenos Aires se complica más,
y no hay nada en el mundo más triste que esta soledad.

En esta nueva mañana voy a salir a buscar,
yo no me olvido de nada,
quién se llevó la tristeza de este lugar.

Estoy pensando un poco en vos,
es tan ridícula mi desolación.
Espero quieto la razón, que me presente alguna revelación.

Y eso que ves, también soy yo,
el vacío que deja la noche y la desilusión.

Yo necesito eso que alguna vez me diste,
es un remedio para mi corazón triste.
Es una forma de resucitar, de pasar el invierno,
pararme y salir a buscar.

Si esta canción no funcionó de pretexto,
ya no sé bien como seguir más con esto.
Yo creo en eso de volver a empezar,
una noche cualquiera, princesa, no puedo encontrar.

Estoy buscando y está todo perdido,
soy una huella en el camino del olvido.
Y en Buenos Aires se complica más,
y no hay nada en el mundo más triste…

Y no hay nada en el mundo más triste que mi soledad...